El error de pensar que el responsable de comunidades de Internet, es un cargo que lo puede ostentar cualquiera, no deja de ser un problema a la larga para una empresa. Nunca olvidaré la frase de un 'genio' que espetó: mi mujer estará al frente de las redes sociales porque es más simpática.
Supongo que sería simpática para su grupo de amigas y poco más, porque el contenido que subía era el propio de una niña. El sentido de humor es subjetivo y en este trabajo, ha de estar presente, pero no siempre. Un community manager debe tener conocimientos de marketing, publicidad, habilidad para escribir correctamente, y ser ameno, no monologuista.
Juan Merodio lo resume muy bien: "Si todo el mundo busca ahora un community bromista, el humor dejará de ser exclusivo", argumenta. En este sentido, habrá que sacar el rasgo diferencial de cada marca.
Existen marcas que de serie llevan el sello del humor y la cercanía, por lo tanto, sería extraño que en las redes sociales nos hablara una persona como si fuera un robot, el tono desenfadado es el que buscamos.
Hace unas semanas había un serio problema con una línea de autobuses, la empresa había cambiado el diseño de su página web, el blog, y abierto una página en Facebook y otra en Twitter. Mientras la compañía recibía una avalancha de llamadas por el pésimo servicio que ofrecían, el community manager, encantado de escribir y leerse, no paraba de compartir vídeos de japoneses haciendo gracias.
Su comportamiento era incoherente con la realidad de la empresa. Mientras muchos clientes no tenían ni un minúsculo banco donde sentarse, él subía vídeos de marquesinas para jugar (siempre de países ajenos a España) El enfado iba aumentando. Tuvo que ser un usuario el que le comentara que dejara de hacer el ridículo y compartiera noticias de interés y realistas. Estaba más preocupado por ser gracioso que por crear comunidad.
El humor es una herramienta más, una forma de comunicarnos, pero ¿hasta qué punto? El CM gracioso, sin contenido, sin conocimiento, y sin otras habilidades está predestinado a meter la pata, a errar.
Y son muchas las marcas que por un exceso de humor, llegan a cansar al cliente. Ya sabemos que hacer humor es una de las cosas más serias, y que no todo el mundo vale, ni sabe cuándo frenar.
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Imagen|Rosaura Ochoa