Un responsable de una publicación editorial especializada en un sector habla sobre la utilidad real de incluir las redes sociales en su estrategia de contenidos online. Se pregunta: ¿Qué beneficio puedo sacar hoy de estar presente allí? La respuesta es muy sencilla: el problema radica cuando se incluye hoy en esa pregunta. El cortoplacismo y la construcción de una marca en la red son absolutamente incompatibles, aunque muchos empresarios se empeñen en lo contrario.
Lograr un ejército de prescriptores que amen y defiendan tu marca; construir una personalidad única; generar un productivo feedback con tus seguidores y clientes; establecer una comunidad alrededor de tus productos; elaborar un servicio de atención al cliente en redes envidiable… Son acciones que no se consiguen de un día para otro, que requieren de mucho trabajo y esfuerzo sin una recompensa aparente.
Si en tu empresa buscas un beneficio inmediato, es mejor que no aterrices en las redes sociales o que, al menos, no deposites muchas esperanzas en ellas para lograrlo. Grandes marcas que hoy son reconocidas por todos (de gigantes multinacionales y de otras pequeñas y medianas compañías) han dedicado ingentes cantidades de dinero y, sobre todo, tiempo para conseguirlo.
“Es que hago preguntas a mis lectores en las redes sobre asuntos de actualidad y no me responden”, afirmaba con cierto tono de amargura. Y yo le respondía: ¿Pero antes de hacer las preguntas los habéis escuchado? ¿Os habéis acercado a ellos para dialogar? ¿Sabéis qué temas les interesan, qué buscan en vosotros? “No, pero es que no tenemos tiempo para eso”, dijo. Es esa la clave: si no tienes tiempo para cuidar eso, no pretendas obtener resultados.
La construcción de una imagen de marca, con todo lo que ello implica, no es flor de un día. El cortoplacismo característico de nuestro tejido empresarial, exacerbado por esta acuciante crisis económica, no es compatible con hacer que tu firma sea recordada, querida, reconocida, seguida… Cuanto antes lo tengas claro, menos decepciones sufrirás.
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