El pequeño comercio tiene una relación de amor y odio con las rebajas. Por un lado supone una pérdida de margen que muchos ven difícil asumir por los elevados gastos que soportan. Por otro, es una manera de aumentar su facturación, especialmente en un verano como el actual. Pero lo cierto es que el fracaso de la campaña de rebajas pone al pequeño comercio en una situación insostenible.
Especialmente en aquellos lugares turísticos que ya sufren una bajada de ventas importantes en invierno, ya que su principal cliente se concentra en verano. Ahora viven en un invierno continuo, ya que no han tenido el pico de facturación esperado para aguantar el resto del año. Especialmente grave para aquellos que no han generado una estrategia que atraiga más al cliente local para no tener dependencia absoluta del turista.
La realidad es que muchos comercios van a tener problemas para poder renovar su stock, especialmente en el textil. En julio las ventas cayeron un 22,5%, según los datos hechos públicos por la patronal del sector Acotex. Una situación muy complicada puesto que se esperaba que fuera el mes que ayudara a remontar.
Tampoco se esperan mejoras para septiembre. El cambio de hábitos de algunos consumidores, que antes trabajaban en oficina pero ahora lo hacen desde casa también les perjudica. Menos necesidad de renovar vestuario o de comer fuera de casa. La hostelería también se verá afectada. Lo mismo podemos decir de los colegios en caso de que los alumnos se queden en casa. Adiós a uniformes y ropa para el día a día.
Más teniendo en cuenta que muchos consumidores tienen una merma de ingresos. Por un lado algunos han estado en ERTE y por otro están los que ni siquiera han encontrado este año ese trabajo de verano que les daba un respiro económico.
Con este panorama puede que muchos comercios pasen de las rebajas a la liquidación de stock por cierre. Especialmente aquellos que pagan altos alquileres son los que tendrán más complicado aguantar con baja facturación un periodo prolongado de tiempo.