Con este lema, no hacemos clientes, hacemos amigos, se presenta uno de los comercio locales de mi ciudad. Llama la atención la estrategia, más allá de lo acertado de la propuesta, pero también su coherencia. Si visitas sus redes sociales o te pasas por su comercio, se nota que no es solo un eslogan es una forma de tratar con el cliente.
Y esto provoca un efecto de fidelización inmediato, porque no solo se piensa en esta tienda cuando hay que comprar algo o queremos hacer un regalo. sino que sus clientes les siguen en las redes sociales, interactúan con ellos y los ven como alguien cercano. Incluso aunque no estén en su misma ciudad.
Es una forma de luchar contra gigantes de Internet. No vamos a ir a buscar en Amazon lo que ellos nos ofrecen. Porque no solo nos venden, nos aconsejan, nos ayudan, nos dan facilidades para cambiar. El cliente no estorba en la tienda, más bien al contrario. Y esto es fundamental.
Muchas veces he entrado en un local e inmediatamente me han entrado ganas de salir. Parece que en muchos sitios el cliente es un mal necesario. Y esto es terreno abonado para comprar por Internet y olvidarse de la incomodidad de comprar en el comercio local.
Otras veces ocurre todo lo contrario. Entras en una tienda y el agobio del vendedor es constante. Hasta el punto de sentirte culpable por no comprar en caso de duda. Parece que le debemos algo al vendedor, como si le estuviéramos timando por dejar que nos aconseje y luego no comprar.
Es difícil encontrar un punto medio. Es difícil lograr un buen ambiente en un comercio local. Y sin embargo es clave para mantener el mismo a lo largo de los años. A medida que nos conocen más clientes, más amigos, más base para no tener fluctuaciones temporales. Porque si lo hacemos bien el cliente siempre vuelve.
Imagen | Artem Bali