Todos somos influencers desde que las redes sociales entraron en nuestras vidas. Por supuesto hay personas que han convertido el compartir fotografías en Instagram en una profesión y eso está bien siempre y cuando para la otra parte, el dueño de un producto o servicio, obtenga algún beneficio si cede o presta algo al influencer de turno.
El problema de confundir seguidores con eficacia viene cuando una persona anónima deja un excelente comentario sobre un hotel, restaurante, etcétera y el cliente que entra en tu target se fía más que del chico o de la chica que anuncia de todo y para todos en YouTube e Instagram.
¿Están las empresas recuperando al cliente fiel
Todo cambia y todo se transforma. Incluso los youtubers. Parece que ahora además de contar con un canal donde una persona más o menos graciosa, sube cómo desayuna o qué modelo elegir para ponerse ese día, ahora hay personas que desarrollan una profesión fuera de las redes sociales y generan más valor y confianza.
Tan lícito es vender tu idea o producto gracias al éxito obtenido por Internet, como aprovechar esa fama (en ocasiones, efímera) para que ese influencer muestre tu producto. ¿Estás seguro de que quieres que tu negocio lo publicite una persona que mañana puede hacer lo mismo con la competencia?
En todo caso, el mejor influencer es aquel que consume tu producto, se aloja en tu hotel tras pagar por ello y además se toma la molestia de hablar bien de la experiencia sin esperar nada a cambio.
El influencer anónimo también tiene seguidores, de hecho quien más y quien menos tiene varias cuentas en redes sociales y sus amistades tienen gustos similares. ¿Por qué no confiar y mimar a esa persona que sí apuesta por nosotros? Su naturalidad y franqueza es más poderosa que muchas 'K's' en Instagram.
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