Son muchas las empresas que lanzan nuevos productos, nuevas líneas de negocio que creen que van a ser muy rentables y luego son un fracaso. Pensamos que nuestras ofertas son las mejores, que le estamos dando a los clientes algo único y a un precio irrechazable, pero no es así. Porque no sabemos que está haciendo nuestra competencia.
No se trata de espiar y copiar la estrategia que ellos están siguiendo. Más bien es una cuestión de analizar qué están ofreciendo, cuáles son los puntos fuertes de nuestra propuesta y poder potenciarlos para darle al cliente una alternativa que valore. Muchas veces estamos intentando venderle algo, que está comparando automáticamente con la competencia que ya le ha ofrecido eso mismo, quizás a mejor precio, de forma más cómoda o que le soluciona determinado problema. Y lógicamente no acaba por contratar nuestros productos.
Y nuestra competencia no está solo en la tienda de al lado, también está en Internet. Muchos de los productos y servicios que nosotros tenemos también se pueden conseguir online. No solo se trata de saber qué venden, sino también de cómo lo venden. ¿Qué estrategia de marketing siguen nuestros competidores? ¿Qué ofertas hacen para atraer al cliente?
Un ejemplo claro para el pequeño comercio puede ser el Black Friday. ¿Por qué no vendemos en las últimas semanas de noviembre? Quizás porque el resto de la competencia tiene ofertas, mejores o peores, pero que llaman la atención del consumidor que dirige sus pasos hacia estos establecimientos. Hay que saber reaccionar a las bajadas de precio y descuentos de la competencia. Ignorar la situación no ayuda a ponerle remedio.
Este estudio de la competencia nos ayudará también a encontrar algunas oportunidades de negocio que de otra manera no habíamos detectado. Si empresas similares a la nuestra explotan una área concreta y les va bien, ¿por qué no ofrecer algo parecido para nuestros clientes?
Por último, este estudio de la competencia también nos da la oportunidad de diferenciarnos, encontrar nuestros puntos fuertes respecto a los demás y poder potenciarlos para ganar clientes y ser más competitivos. Cada empresa tiene que tener claro cuáles son sus puntos fuertes y débiles, para tratar de resaltar unos y minimizar otros.
Con toda esta información no podemos cometer el error de minusvalorar a la competencia. Todos trabajamos duro para sacar nuestros negocios adelante. No podemos pensar que somos los reyes del mundo, que nosotros lo hacemos todo bien y la competencia no tiene ni idea. Es un error que podemos pagar muy caro.