Cada vez son más los profesionales que realizan su actividad económica sin un horario definido (que ya se cifra entre el 15-20% de la población activa europea), lo que conlleva cambios en sus hábitos cotidianos, horarios de descanso y comidas, entre otras muchas facetas más de nuestra vida personal. Lo que tiene el riesgo de empeorar nuestra calidad de vida, nuestra integridad personal e incluso nuestra salud.
Según un estudio publicado en la revista Plos Medicine cada vez son más los que sucumben ante los encantos de la comida rápida ante la escasa disponibilidad de tiempo para almorzar en un entorno de horarios cambiantes y sin rutinas. Por ello, lo que recomiendo en estos casos sería afinar el olfato de la organización, de tal manera que evitemos abandonar hábitos saludables y necesarios como la toma de una comida saludable.
Es cierto que muchas veces nos dejamos llevar por los impulsos, y que cuando tenemos que atender un proyecto o trabajo con un calendario muy ajustado prescindimos de algunas pausas elementales, poniendo en riesgo nuestra salud casi sin darnos cuenta. Si tenemos en cuenta que este tipo de situaciones se puede reproducir en el tiempo, puede desembocar en algunas patologías como la diabetes o los problemas cardiovasculares, y por tanto, conviene que abordemos convenientemente la situación para evitar males mayores.
En mi opinión, no hay nada como una férrea organización en cualquier situación estresada, para que en la medida de lo posible asignemos el tiempo necesario a cada una de nuestras necesidades, un hábito que a su vez tiene efectos muy positivos sobre nuestro día a día y que redundan en nuestra productividad y bienestar, entre los que se encuentran el seguir una dieta saludable o la práctica deportiva. A la larga todo pasa factura, y de lo que hagamos hoy, dependerá nuestro bienestar futuro.
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