Noviembre es sinónimo de frío, oscuridad, lluvia y árboles que se van deshojando de forma paulatina. Quizá sea también el símil perfecto de lo que les espera a los autónomos en el undécimo mes del año. Y es que el próximo mes de noviembre va camino de ser uno de los meses más negros para los autónomos que se recuerda.
En primer lugar, porque el Gobierno ha vuelto a decretar el estado de alarma que ya estuvo vigente durante la pasada primavera. Sin embargo, hay varios cambios sobre lo vivido en los meses de marzo y abril, ya que "únicamente" se ha decretado un toque de queda nocturno, a pesar de que la sombra de un nuevo confinamiento domiciliario continúe ahí.
Una nueva estocada para el ocio nocturno y la hostelería, los sectores más castigados por la pandemia, y que el propio presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ya ha advertido que su intención es mantenerlo hasta el 9 de mayo como mínimo, aunque dejará margen de acción a las comunidades autónomas.
Pero es que, además, el mes de noviembre va a ser bastante activo desde el punto de vista tributario y fiscal. Por un lado, porque los autónomos tendrán que abonar los impuestos y cotizaciones que aplazaron a raíz de la pandemia antes del 20 de noviembre y, por otro, porque el 5 de noviembre se carga el segundo plazo de pago del IRPF para todos los contribuyentes que lo aplazaron en su declaración.
En general, estos autónomos que pudieron aplazar las retenciones e ingresos a cuenta de los modelos de retenciones trimestrales a trabajadores o empresarios (111); de arrendamiento o subarrendamiento de inmuebles (115). También los Pagos fraccionados del IRPF (modelo 130 y 131), los pagos a cuenta del Impuesto de Sociedades (modelo 202) y la declaración trimestral de IVA (modelo 303).
Por tanto, tiene pinta de que noviembre será la tormenta perfecta para los autónomos: falta de liquidez y obligación de abonar los impuestos pendientes por parte de las pymes y autónomos.