La globalización afecta a todos los ámbitos de nuestra vida, también a los espacios de trabajo. Tanto que hoy en día es complicado saber si nos encontramos en una oficina en Barcelona, en Reno o en Buenos Aires. Las oficinas se han convertido en espacios de trabajo sin alma, no sólo es que están completamente despersonalizados, sino que no reflejan en muchos casos nada de las empresas que los ocupan.
Las empresas se olvidan de personalizar y motivar a los empleados que trabajan en las mismas también utilizando el espacio de trabajo. Lo más que podemos encontrar en muchas de ellas son mensajes corporativos en carteles amarilleantes que llevan años cogiendo polvo y que ya poco o nada reflejan el espíritu de la organización.
Una de las cosas que algunas empresas hacen es dar más visibilidad a las felicitaciones de los clientes en las redes sociales, creando murales donde los empleados ven su trabajo reconocido, se sienten parte del éxito de la empresa y ganan en autoestima. Esto se puede hacer con una estética moderna y que suponga una forma de crear un espacio más personalizado.
Los centros de trabajo de coworking son otro ejemplo de cómo un espacio de trabajo puede servir de inspiración. No se trata ya sólo de tener un espacio abierto, sino también de disponer de zonas o salas de descanso que fomenten el intercambio de opiniones, que en muchos casos ya sólo se hace por correo electrónico.
Siempre pensamos en empresas innovadoras y startups como ejemplo de oficinas que pueden ser la envidia de muchas empresas. Es cierto que puede dar pereza si llevamos años sin tocar nada, pero para empezar con el cambio hay cosas que se pueden llevar a cabo de forma sencilla y a un coste muy bajo.
Al fin y al cabo pasamos en muchos casos más tiempo en el trabajo que en nuestra propia casa, ¿por qué no crear entonces un espacio donde nos sintamos a gusto y nos ayude a ser más productivos? Además si tenemos visitas de nuestros clientes seguro que lo agradecerán y se llevarán una imagen de nuestra empresa más positiva.
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