A los empleados hay que ponérselo fácil. A nivel técnico no son necesarias más explicaciones ni contarles los entresijos muchas veces de como funcionan las cosas internamente. Por lo menos a la mayoría de ellos. Sólo quieren tener sus accesos directos a las aplicaciones habituales y dejarse de historias.
Les da igual el sistema operativo que tiene el ordenador o la tablet que están utilizando. Sólo necesitan saber que el icono en el que pone "Gestión" está la aplicación en la que pasan en 80% de su tiempo trabajando. Luego con tener dos o tres más de las que utilizan habitualmente como un navegador, correo y ofimática todo está en su sitio.
Para todo lo demás realmente no les importa si están trabajando con Windows, con Mac o con Linux o si el tablet que utilizan tiene Windows, iOS o Android. Lo importante es que saben que sus herramientas con las que trabajan están a mano.
Por supuesto para la empresa no es tan sencillo iniciar un proceso de cambio entre cualquiera de estos sistemas. Una migración siempre tiene algo de proceso traumático, que deja cicatrices en la productivdad que sólo sanan con el tiempo.
Pero lo cierto es que no debemos poner a los pobres empleados como excusa, ya que en la mayoría de los casos, si lo hacemos bien, casi no se darán ni cuenta que hemos cambiado de un sistema operativo a otro. Abren el ordenador con el mismo usuario y contraseña, tienen el mismo fondo de pantalla en el escritorio y sus aplicaciones, la mayoría no necesitará más.
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