Cada vez es más habitual ir a tomar algo y encontrar multitud de mesas en las que las personas que las ocupan no cruzan palabra porque están chateando por WhatsApp. De hecho, cada vez es más común que la gente se acueste dando las buenas noches por WhatsApp y se levante con cientos de conversaciones de sus grupos.
Esta dependencia del móvil, que cada vez esmás común, recibe el nombre de nomofobia. Los dispositivos móviles nos ofrecen la gran ventaja de poder estar conectados permanentemente con familiares y amigos, poder estar informados sin demora y nos facilita, incluso, nuestro trabajo y la forma de trabajar. El problema viene cuando no somos capaces de discriminar y necesitamos estar chateando cuando estamos en el trabajo, conduciendo o cuando hemos quedado para una cita. Las consecuencias de la dependencia del móvil son por tanto un aumento del estrés, la ansiedad por el miedo a sentirnos excluídos y una reducción considerable del sentimiento de felicidad, tal y como señala un estudio realizado por la Universidad de Kent State de Ohio, en Estados Unidos, y publicado en la revista "Computers in Human Behavior".
En definitiva, consecuencias que afectan al rendimiento profesional, a la productividad e incluso a la propia capacidad de relación de las personas, por lo que, para evitar efectos adversos, la conexión con moderación.
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