Cuando pensamos en iniciar un nuevo proyecto o crear una empresa, lo más importante es diseñar la estrategia adecuada, una estrategia que ha de ser novedosa, atractiva y viable, y sobre todo, que ha de convencernos para que podamos creer fielmente en nuestro negocio, algo que necesitaremos en momentos tan duros como las primeras etapas.
Esta cuestión que puede resultar menor o incluso trivial, es de las causas más frecuentes de que un negocio no prospere en sus primeros meses de vida, de ahí la importancia de esta etapa en el desarrollo de un nuevo proyecto.
Para ello, tenemos que tomarnos el tiempo suficiente para lograrlo, sin prisas, siendo preferible retrasarnos en esta fase para sentar unas bases sólidas, que avanzar más rápido y tener que dar marcha atrás cuando ya haya tomado vida el proyecto, desperdiciando recursos y esfuerzos, escasos en estos tiempos que corren.
Dentro de este proceso hemos de recorrer aspectos como qué tipo de servicio o producto vamos a producir y/o vender, a qué tipo de clientes nos vamos dirigir, a través de qué canales nos vamos a acercar a ellos, etcétera. Lo que requiere un estudio pormenorizado de cada uno de los detalles para dejar el menor número de detalles al azar.
En mi opinión es la fase más proyecto es la más complicada, puesto que de los pormenores que se consideren dependerá directamente su futuro, condicionándonos muchas decisiones iniciales al desarrollo futuro de nuestra idea o al desempeño de nuestra empresa, siendo lo más conveniente estar plenamente convencidos y no arrancar hasta que así sea.
En Pymes y Autónomos | El coste sentimental que se paga en un proyecto empresarial
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