Existe la creencia generalizada de que los grandes talentos deben trabajar siempre en las grandes empresas, puesto que el trabajo desarrollado por ellas les permite desplegar todo su talento al contar con más recursos, más medios y, sobre todo, por estar mejor remunerados.
Sin embargo, el hecho de trabajar en una pyme no debe ser visto como un paso atrás o una oportunidad perdida. Antes al contrario, las pequeñas empresas brindan a sus empleados un abanico de posibilidades que difícilmente puede ofrecer una gran corporación. Cada vez es más habitual que las personas con talento ingresen en pequeñas empresas y acaben triunfando.
Y es que no siempre las grandes empresas son la mejor elección. Las pymes son más flexibles a la hora de realizar el trabajo, sus procedimientos requieren de una menor burocracia y es más sencillo estar en contacto directo con los puestos ejecutivos, que suelen tener mejor calidad directiva que los directivos de grandes empresas. La heterogeneidad de tareas que un empleado tiene que desempeñar sirve, además, para desarrollar un perfil mucho más multidisciplinar, una virtud de gran valor para las empresas.
Son estructuras menos jerarquizadas y, por lo tanto, más fáciles de entender y dirigir. Además, nuestro trabajo tiene impacto directo sobre la cuenta de resultados de la empresa, tanto para bien como para mal, lo que sin duda es un desafío para sus empleados.
Claro que trabajar en una pequeña empresa también tiene sus inconvenientes. La incertidumbre y la vulnerabilidad a períodos de crisis económicas es mucho mayor, los sueldos suelen ser más bajos y existe una mayor incertidumbre sobre nuestro puesto de trabajo. En cualquier caso, podemos dar la vuelta a este argumento y plantear estos problemas como retos de cara a construir una carrera profesional exitosa.
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