A la hora de acudir a nuestro puesto de trabajo existen diferentes convenciones sociales que nos hacen ir vestidos de una determinada manera. Traje y corbata, pantalón chino y polo para ellos o trajes de chaqueta pantalón y blusas combinadas con pantalones o faldas para ellas. Pero hay algo que parece proscrito en las empresas, al menos en las más formales, el pantalón corto. Y teniendo en cuenta que estamos en un país mediterráneo, donde trabajar en verano puede ser agobiante. Por eso nos preguntamos, ¿el pantalón corto en el trabajo ayuda a reducir la factura de la luz?
Hablamos de empresas que trabajan en entornos cerrados y donde gran parte de los consumos eléctricos se producen por la climatización. No tiene sentido si trabajamos al aire libre, donde llevar pantalón largo o corto no va a producir ahorros energéticos, aunque si más comodidad para los empleados.
Tampoco tiene que ver solo con el pantalón corto, aunque ayuda bastante. Otros años se hablaba sobre todo del uso de la corbata en determinados entornos. No obligar a los empleados a llevar esta prenda, permitiendo de este modo que el aire acondicionado este uno o dos grados por encima de lo que ahora está puede suponer un ahorro bastante importante en función del tamaño de nuestra empresa.
Pero tiene que haber un equilibrio, entre comodidad y decoro. No por llevar una ropa más cómoda vamos a hacer mejor o peor nuestro trabajo, vamos a atender de forma diferente a los clientes, pero la realidad es que si afecta a la imagen de nuestra compañía.
A esto hay que sumarle la prevención de riesgos laborales. El pantalón deja expuesta nuestra piel y en determinados sectores pueden resultar de aplicación ciertas reglas sobre prendas o equipos de protección individual que el empleado debe portar por seguridad para sí (botas de seguridad, por ejemplo) o por cuestiones de higiene para los demás (gorros en la cocina, entre otros).
Por otro lado, algunos convenios colectivos incluyen normas, más o menos detalladas, sobre la vestimenta de los empleados o su apariencia externa, como también lo puede regular la empresa a través de sus políticas internas. Es aquí donde muchas veces se determina, ya sea de forma explicita o no, cómo se tiene que vestir en las empresas.
En todo caso, para establecer tales códigos de vestimenta, deben respetarse distintos derechos constitucionales de los empleados, en los que puede entenderse que se sustenta su libertad a adoptar la apariencia externa que decidan. y los códigos de vestimenta deberán ser proporcionales, no abusivas o que limiten la libertad de los empleados.
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