El desarrollo y el auge en los últimos años de la población hacia zonas urbanas, el proceso migratorio producido desde las zonas rurales hasta las grandes urbes, no solo han provocado una transformación demográfica en el seno de nuestras sociedades sino que han transformado en muchos casos la economía productiva de muchas zonas y han creado nuevas amenazas y oportunidades para la sociedad pero también para las empresas que operan en ella.
Hemos visto como en los últimos 30 años hemos pasado de una sociedad eminentemente agrícola y de “campo” a una sociedad urbana, ello lógicamente viene acompañado de ser unas sociedades donde la económica se encontraba en la agricultura, ganadería o pesca a una sociedad donde predomina cada vez más el sector servicios, con permiso del industrial, ello ha llevado grandes cambios y se calcula que para el año 2020 el 70% de la población será urbana, ello conlleva un abanico de necesidades y requerimientos que las empresas deben realizar y superar.
Por una parte muchas de las empresas “rurales” están destinadas a desaparecer, o bien a reconvertirse, es decir probablemente por nuestras latitudes ya no será conveniente tener el tejido agrícola o ganadero que se mantenía en la actualidad, el mismo deberá desaparecer, pues en las zonas actualmente en desarrollo ocuparan su lugar, pero han de tener bien presente los actores que sigan en estos sectores que deberán cambiar su funcionamiento, deberán apostar por la calidad, la especialización y el valor añadido.
Por otra parte esta la necesidad de hacer las ciudades más humanas, nunca recuperaremos el estilo de vida anterior, tampoco conviene, a eso se le llama evolución, pero también es evolución dotar de cada vez mayores y mejores servicios a la sociedad y las empresas que sepan ofrecer soluciones de comodidad y bienestar a las grandes “jaulas humanas” que suponen nuestras urbes habrán encontrado un buen filón de negocio.
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