Muchas de las personas que deciden poner en marcha su propio negocio lo hacen motivadas por la posibilidad de ser su propio jefe, poder dar forma y entidad propia a una idea que ya les llevaba años rondando o, incluso, por trabajar fuera de una zona cómoda o de confort.
Sin embargo, el emprendimiento no está exento de riesgos y de inconvenientes. Una vez que hemos cumplido nuestros requisitos iniciales, empezamos a echar de menos trabajar por cuenta ajena. En muchas ocasiones, el trabajo del autónomo es solitario y agotador.
Por ejemplo, trabajar desde casa y sin horarios, el sueño de cualquier persona, puede acabar resultando contraproducente. Se trata de un trabajo que se acaba desarrollando en el mismo lugar y con el mismo horario, hecho que provoca que acabe siendo tan rutinario como el trabajo de oficina. Peor aún si consideramos la soledad y la imposibilidad de socialización y de establecer relaciones sociales con otras personas.
Además, la asunción de varios roles en una sola persona puede llegar a ser agotador. Ya no es solo que tengamos que tratar con proveedores y con clientes sino que, además, tenemos que gestionar las obligaciones con la Administración, un proceso que puede llegar a ser todavía más desesperante que una reunión con nuestro propio jefe.
En definitiva, lo que muchos consideran el paraíso, se convierte en una auténtica pesadilla si no somos capaces de gestionar de forma adecuada todos los problemas derivados de nuestras nuevas funciones.
En Pymes y Autónomos | Por qué no conviene emprender sin experiencia
Imagen| Kevin Dooley